Al día siguiente, después del primer palizón propagandístico, nos concen traron en el pasillo para llevarnos nuevamente a la sesión educativa. Dentro de la gran sala y una vez atados a las sillas, el de la cara rara nos dirigió unas pal abras contándonos que fulanito y menganito habían vuelto a las buenas formas.
.(punto)Antúnez estaba a su lado. De repente:
- ¡Todo el mundo quieto!
El subcomisario Linares y algunos de sus hombres entraron por la puerta como un torbellino. Me vio.
- ¡Linux! ¡Qué narices haces aquí!
- Nada, verá … es que estos señores querían saber como funciona el nessus para ver los puntos flacos de nuestra máquina, ya sabe:
# apt-get install nessus nessusd nessus-plugins
Creamos el usuario nessus:
# nessus-adduser
- Entramos nombre, escogemos autenticación por contraseña (pass) , la entramos y confirmamos , «CTRL+D», «lntro» y salimos…
Mientras, disimuladamente, el de la cara rara se había ido desplazando hacia una puerta, alguien gritó:
- ¡Se escapa!
Al verse sorprendido echó a correr por entre las filas, con tan mala elección que fue a pasar por donde mi amiga, que sin dudarlo le puso la zancadilla, cayendo de bruces a mis pies. Aprovechando el bullicio le propiné un puntapié en los dientes que le desconfiguró la cara por completo y mientras lo miraba le solté:
- ¡Pedazo de bruto! No podrás usar nessus si no te registras en
http:/ / www.nessus.org / plugins/ index.php?view=register te mandarán un correo con la clave. La copias y:
# nessus-f etch --register xxxx-xxxx-xxxx-xxxx-xxxx
Lanzas el demonio y arrancas nessus:
# nessusd -D
# nessus
- Te identificas con el nombre y contraseña puestos en nessus-adduser, en plugins (que queda más fino que llamarlo «ataques») , marcas los deseados (por el mismo precio los marcas todos si no están ya marcados) y en la pestaña target pones la IP a escanear de tu máquina o de alguna de la red local (192.168.x.x) o una IP remota (80.24.xxx.xx) o el nombre de host (dominiodeljefe.com) que siempre resulta más divertido y luego con las vulnerabilidades encontradas vas a ver al j efe gordo y le dices: «Amado jefe, verá, he encontrado ciertos agujeros de seguridad en su pe y algún desalmado, que los dioses no lo quieran y perdonen mi osadía, podría usarlo con fines, digamos que, no muy lícitos» y con esta buena acx:ión , puedes mnseguir ganarte un lugar en el c::ielo y que te ec::hen por gilinetstat (que conste que el que avisa no es traidor, es un avisón) .
Llegó el subcomisario Linares y agarró por los pelos al de la cara rara y le levanto la cabeza pero, al hacerlo… ¡Zas! Le arrancó la peluca. ¿Que digo la peluca? Toda la máscara. ¿Quién se ocultaba detrás de aquella careta? Volvió a levantarlo por los pelos, esta vez lo suyos, y :
- ¡El armario!
El ayudante del subcomisario Linares, que en varias ocasiones me había calentado de lo lindo.
- Hace tiempo que sospechaba de ti – Le dijo el subcomisario. – Con razón tenia la cara rara. Se escondía detrás de una máscara. Le miré nuevamente y le solté:
- Y si quieres eliminar un usuario nessus, porque has olvidado la contraseña o porqué estás hasta los GUI de él:
# nessus -rmuser usuario_a_suprimir
Nos iban desatando a todos. Miré por toda la sala pero .(punto) Antúnez, ha ciendo honor a su punto, ya no estaba por allí. Me alegré de que hubiera hecho un «CTRL+ H» tan rápido. Corrí hacia mi vecina con la que me fundí en un fuerte abrazo. Me di cuenta que tampoco mi amiga estaba por el lugar. Al poco, entró uno de los hombres del subinspector Linares y la traía cogida del brazo.
- ¿Cómo estamos señorita Vargas?
- ¿Vargas?
- Más bien «señora de…» Siento decirle que deberá acompañarnos para con- testar a algunas preguntas sobre cierto dinero desaparecido.
- Fue bonito mientras duró. – Dijo antes de salir debidamente escoltada.
El Subcomisario Linares nos hizo un guiño de complicidad, asintiendo con la cabeza.
- ¿Me permite una pregunta?
- ¿Porqué siendo Vd usuario de GNU / Linux siempre se olvida del GNU?
- No le busques ningún trasfondo muchacho, es simplemente porque GNU o ÑU o como quieras llamarlo suena como un garrotazo en los ñus. Linux, en cambio, tiene una sonoridad que ni las arias de Verdi y Puccini. Llámalo marketing si quieres.
Quizá tenia razón …