Capítulo 3: Clonando el HD de mi vecina

Harto de dar vueltas en la cama, me levanté. Era temprano, demasiado para ir a su casa y, con la excusa de ir a buscar el lápiz que dejé, volver a verla. Para dejar pasar tiempo di una vuelta por los alrededores y me tomé un café en un bar que encontré abierto. Me dirigí a su apartamento. Por si todavía dormía, en vez de tocar el timbre di unos pequeños golpecitos con los nudillos en la puerta. Se abrió un poco. Estaba seguro de que la había cerrado. O quizá no… No sé… No podría aseguralo. Entré dando algunas voces para no asustarla. La puerta de su cuarto, al final del pasillo, estaba abierta, señal de que ya se había levantado. Debe estar en el baño -pensé . Continué dando voces y haciendo ruido; no quería de ninguna manera darle un sobresalto.

Llegué a su cuarto y miré en el interior. La visión me dejó completamente petrificado: todo revuelto y sangre por todas partes. Ella yacía, exánime, en su cama. ¿Quién podía haber realizado aquella carnicería y con qué motivo? Tardé un buen rato en reponerme. Estaba desconcertado. Me juré ante su cadáver que el culpable lo pagaría muy caro. Intenté pensar con lógica. Yo era la persona que la vió con vida por última vez y mis huellas estaban por todas partes. No tardarían en venir a por mí. Disponía de poco tiempo. Me dirigí al ordenador. El lápiz que habia olvidado incluía una iso botable del parted magic. La arranqué . Por suerte aquel día había dejado netcat corriendo en mi máquina ( $ ne -1 -p 9000 1    dd of=/dev/sdb ) para realizar unas pruebas desde  casa de un  amigo.  Dejar  corriendo  netcat  es una imprudencia totalmente desaconsejable porque,  básicamente,  lo  que  hace esta aplicación es escuchar (-1) en el puerto (-p) 9000 y copiar (dd) todo lo que le llegue al disco sdb (of= …) y ese “todo” puede darte muchas sorpresas. Pero en este caso me iba de perlas para clonar el disco de mi vecina. Abrí terminal en el parted  magic y :

$ dd if=/dev/sda 1   ne ip_de_mi_ehabola 9000

Mi sdb tenia doble capacidad que el sda que estaba clonando y el proceso podía durar un par de horas. No podía sacarme de la mente la brutal escena. Que puede pasar por la mente de alguien para cometer algo tan atroz. Debía llamar a la policía , pero yo era el principal sospechoso. Necesitaba tiempo para analizar los datos del disco duro en busca de cualquier indicio que me llevara al asesino.

Me pasó por la cabeza que cuando terminara la clonación podría lanzar desde mi parted magic un entrono chroot previo montaje de la partición para no dejar más rastros de mi presencia:

# mount /dev/sda2 /mnt/sda2 
# chroot /dev/sda2 /bin/bash

Y desde él, borrar varios logs del sistema en el directorio /var, o saliendo de chroot:

# exit

Y lanzar desde el lápiz

# shred -fuv /mnt/sda2/home/la_vecina/.bash_history

Y repetir la operación con varios archivos para borrarlos y reescribir su espacio 25 veces o mejor añadiendo 11 -n 5011 para hacerlo 50 veces para estar seguro de que fuera imposible acceder a ellos:

# shred -fuv -n 50 /mnt/sda2/home/la_vecina/.bash_history

O incluso eliminar todo el disco duro escribiendo montones de números aleatorios con:

# dd if=/dev/random of=/dev/sda

O simplemente  ceros:

# dd if=/dev/zero of=/dev/sda

O usar  el paquete  secure-delete  y borrar  todo el directorio:

# srm -r /var

Y cualquier rastro en la memoria del ordenador:

# smem

Y de la swap:

# sswap /dev/sda3

Estaba enloqueciendo. Incluso se me había pasado por alto que el paquete secure­ delete no está entre los del parted magic. Mientras estudiaba posibilidades, la clonación terminó. No hice nada. Si la policia veía que se habían eliminado datos pensaría que tenía algo que esconder y, estaba pensando como un reo y yo no había matado a nadie. Es más, quería pillar al asesino para hacerle pagar su canallada. Empezaba a amanecer, cerré el pe, cogí mi lápiz y salí no sin antes volver a mirar la escena dantesca en la habitación en la que, en  otra ocasión, habíamos gozado juntos. Nadie me vió o así lo creí. Me fuí directo a mi casa me duché y me fuí al laboro. Tampoco llamé a la policía, sería difícil convencerles de que había vuelto a por mi lápiz.