Capítulo 4: Clasificar datos de la vecina

Pasaron un par de días antes de que la bofia viniera a buscarme. Me encon­ traba en el curro y el patrón , que casi estaba tanto hasta las narices de mí como yo de él, aprovechó la circunstancia para echarme a la calle: “rm *, /dev/ nul , not found”. Gritaba como un energúmeno mientras me llevaba la pasma. En comis­aría aguardé una eternidad en la sala de interrogatorios hasta que entraron dos sujetos. Uno se identificó como Subinspector Linares y el otro, cuadrado como un armario, ni se molestó en presentarse. El Subinspector Linares se sentó y hacía como que miraba unos papeles sin decir ni pío, el armario daba vueltas por detrás de mí:

  • Con que Linux, ¿eh?
  • GNU/ Linux para ser más exactos.
  • Mmmm …

Hablaba sin mirarme  siquiera y  continuaba  removiendo  sus papeles.

  • Vd debe ser de esos niñatos que tanto saben.
  • No crea. Simple usuario.

– Ya.

Entre pregunta y pregunta permanecía en silencio largo rato.

  • ¿Así que, Linux?
  • GNU/ Linux. – insistía yo.
  • ¿Hay algo que deba contarnos?
  • Pues si, que K3b se chorrea al emperador romano. El armario se avalanzó sobre mi levantando su puño.
  • Mira imbécil, si piensas que vas a tomarnos el pelo…

Me salvó de la agresión la rápida intervención del Subinspector Linares. Si no es por él a estas horas estarían reconfigurándome la interfaz gráfica y parte del xorg.conf en ugencias de algún hospital provincial. El Subinspector acompañó amablemente a su compañero a la puerta y le aconsejó que se tomara  un  café para  tranquilizarse. Luego se me acercó:

  • Mira muchacho, de momento no tenemos cargos contra ti, pero mejor que no salgas de la ciudad si no quieres tener problemas.
  • No  pensaba  hacerlo.

Me pasó el brazo por el hombro mientras me acompañaba a la puerta .

  • Por cierto, ¿cuando se formateó el PC de tu vecina?
  • ¿Formatear?  Sí, cuando…

El Subinspector Linares esbozó una leve sonrisa de triunfo. Me había pillado.

  • ¡Caray si me había pillado! Caí como un pardillo.
  • – Volveremos a vernos muchacho.

Salí y analicé la situación: sólo veía una posibilidad y era que alguien había asesinado a mi vecina, se había ido y luego había vuelto a formatear el pe. Porque en el caso de que hubiera estado allí escondido, mientras yo clonaba el disco hubiera sido innecesario el formateo. O el asesino desconocía que alguien hubiera clonado el disco o yo corría peligro. Además, ¿por qué formatearlo? Todo el mundo sabe que un formateo no borra ningún dato, sólo facilita que los nuevos datos se escriban encima de los viejos. Con un simple:

# apt-get install testdisk

Y lanzar en la terminal maximizada:

# photorec

Escoger el disco (o cd, o tarjeta) y el lugar donde guardar los datos recuperados y, dependiendo de la extensión a recuperar, en unas cuantas horas tenemos tantas carpetas recup _ dir y cada una con tantos archivos en su interior , que supuran hasta por las ranuras de la fuente de alimentación. El único problema entre tanta información, si no sabemos qué buscamos, es clasificarla y desechar la porquería. Hay muchos sistemas:

# chmod 777 -R /home/usuario/carpeta_de_los_recup_dir

$ cd a_la_carpeta_de_los_recup_dir

$ mkdir pngs

$ mkdir jpgs

$ mv recup_dir.*/*.png pngs/

$ mv recup_dir.*/*.jpg jpgs/

$ rm recup_dir.*/*.html

Y así: mv a la carpeta correspondiente lo que queremos guardar y rm lo que queremos suprimir y en cinco minutos está la información ordenada por exten­ siones, pero el trabajo de mirar archivo por archivo no nos lo quita ni las barbas de Stallman.

La curiosidad por mirar el sdb con los datos que había clonado de mi vecina me quemaba. Sin curro, disponía de mucho tiempo. Al menos hasta que mi casero me diera el portazo.